martes, 12 de abril de 2011

El poder de las mujeres

No he hecho sino pensar, y sentir, lo importante que ha sido en mi proceso la presencia de las otras mujeres. Que con su sabiduría y amor, y compañía, y acierto, me han sido espejo y me han acogido como cuna para el crecimiento.

Aun falta camino. Pero sí hoy me reconozco más. Me complazco más de mi misma. Me perdono más rápido. Me curo con más facilidad. Me aprecio. Y este camino hasta aquí recorrido es el camino de un ramillete de aprendizajes, de logros, de dolores, de desprendimientos, de alegrías y de tristezas.

De las últimas lecciones aprendidas, saber que todo tiene un propósito más profundo de lo que se ve en la superficie. Hay que ahondar en cada experiencia, a veces a costa de la propia terquedad, de la propia resistencia, para ver qué hay en el positivo, detrás de cada vivencia.Qué lección de Amor hay por tomar.

Me he mirado mucho a mi misma. Llevo años en la valiente tarea. Me lo reconozco. Me lo celebro. Me lo canto. Pero no lo he hecho sola, no. Mi círculo sagrado de mujeres, sin que ellas lo sepan, hasta ahora que se los empiezo a decir, ha sido mi resguardo.

Bendigo a la vida, porque hoy me sé rodeada de mujeres de infinito valor. Nunca fui una rueda suelta en mis más oscuros momentos de dolor. Siempre tuve luz, de las manos femeninas. Lo hermoso ha sido también haber recibido sanación por parte de los hombres que la vida ha puesto en el camino, en diferentes formas. También del masculino he recibido fuerza y sanación.

Pero hoy me vibra el femenino, ante la multiplicidad de mujeres que han sido mis custodias, mis escuchas. Y quienes con su infinita capacidad amorosa me han recibido, una y mil veces, para ayudarme a procesar, es decir, a crecer, a ser mejor ser humano. Me sorprende la capacidad abierta de salir de nosotras mismas para tomar el lugar de la otra. Somos madres, mujeres, esposas, hijas, hermanas. Y todavía sale fuerza para además ser compañeras, cómplices y amigas de las otras mujeres que la vida pone en nuestro camino. Podemos ser luz para las otras mujeres. Es parte de nuestra misión. Así lo creo.

Así que gracias a mi círculo de mujeres, a las que se saben parte, y a las que no lo imaginan. Porque son muchas. Unas de un día, de un momento; otras de a ratos, de ocasiones; otras son de siempre, seguro de mucho antes; otras de lo más profundo, de un lugar esencial.

Tan solo espero seguir construyéndome para ser yo también custodia y receptora de otras mujeres a las que pueda entregar en muchas maneras lo que yo he recibido. Eso quiero. A esto me dispongo. Abro mis brazos al cielo, cierro los ojos, y doy las Gracias. Gracias, mujeres.

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