domingo, 27 de marzo de 2011

37

Llega mi cumpleaños 37 y me siento en una nueva etapa de la vida en la que todo lo que me sucede cobra significado. Insisto en ver el mensaje que subyace a todos los acontecimientos. El mensaje feliz y bello de la vida.

Amaneció 25 de marzo, y junto al deseo de celebrar lo feliz de la vida, los mensajes amorosos de los amigos  y familiares llegaron de todas las direcciones para hacerme recordar que en este viaje tengo compañía cálida y acogedora.

Decidí celebrar este día primero con mis más cercanos. De manera espontánea, doméstica, y recibiendo de cada uno, a su manera, su amor. Mi padre cocinó para mí y en sus manos venía alimento espiritual para mi alma. Mi madre dibujó para mí un retrato y de sus manos liberó la vibración del arte de amar y ser amada. Mi hija encontró la manera de regalarme unos aretes, y de sus manos recibí el deseo de sencillamente verme feliz, sonriente...

Luego celebré con las amigas que se unieron en la complicidad de verme dichosa, bailando hasta el cansancio, sabedoras del poder mágico de la música sobre mi alma.

Y vienen más celebraciones, porque espero un pastel con la dulzura de las amigas que me lo han preparado para festejar conmigo el andar juntas en este camino de esta vida.

Y en este mismo instante celebro mi cumpleaños en recogimiento para sentir con intensidad este momento, en el cual proyecto mi vida a partir de ahora desde la vibración en la que me veo: Feliz. Amorosa. Amada. Próspera. Vital. Abundante. Armónica. Receptora de luz. Emanadora de luz.

Bienvenidos mis 37, con todo su significado y poder. Gracias a todos quienes se aventuran a ser parte de esta aventura junto conmigo.

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