miércoles, 22 de junio de 2011

Tiempo de luna

De muchas maneras, las mujeres hemos crecido con miedo de ser mujeres. En gran proporción fuimos educadas con desconfianza, con rechazo, con dolor para mirarnos a nosotras mismas. Esto se ve reflejado en la manera como fuimos enseñadas en esta cultura occidental a mirar lo que sucede cada mes de manera maravillosa en nuestros cuerpos. No nos invitaron a admirar la arquitectura sagrada de nuestro cuerpo femenino. Por el contrario, mes a mes, hemos llegado a sentir rechazo del milagro de la vida en nosotras, del recordatorio de que somos fuente de vida.

Me parece valioso rescatar la consideración de muchas culturas ancestrales en las que el tiempo de menstruar, tiempo de luna, es tiempo sagrado. Tiempo de máximo poder, tiempo de creatividad, tiempo de conexión vital con la madre, con la tierra, con la vida. Tiempo de depuración, de renacimiento, de preparación.

Y me parece fundamental empezar a mirar nuestro ritmo con alegría. Vital reflexionar sobre cómo estamos viviendo, no solo la conexión con lo sagrado femenino en nosotras, sino también como vamos a educar a nuestras hijas para sentirse plenas con su propio ser femenino dotado de toda la belleza. No para guerrear con los hombres, todo lo contrario. Sino para ser nidos tibios de todas las posibilidades de cocreación con ellos, de un mundo que debe ser reconstruido desde la ternura. Y claro que es posible, pero como amar al otro, sino sabemos amarnos a nosotras, si no nos conocemos?

Para mí, ahora, menstruar es tiempo de meditar. Por eso el cuerpo se pone algo más frágil, para bajarnos la velocidad y ayudarnos a conectarnos con lo que se siente. Es tan solo momento de recogerse, y de cuidarse, de ponerse tibia, de acogerse. No nos debería doler, pero llega a hacerlo tan solo por la carga de dolor de ser mujeres impuesta por siglos. Una vez nos asumamos plenamente mujeres, y felices en ello, menstruar dejará de doler.

También vale la pena pensar si vamos a seguir contaminando el mundo con toallas desechables a costa de nuestro ciclo vital. O si vamos a empezar a usar alternativas hermosas, saludables y ecológicas para vivir nuestra fiesta mensual en armonía con nosotras mismas, y con el planeta.

Qué bonito es sentirme acompañada en este sentir, sabiendo que ya tantas mujeres en el mundo han empezado a verse distintas a sí mismas, a aceptar amorosamente su ser femenino, su condición de madres incluso con la dinámica acelerada del mundo moderno, y a encontrar alternativas para vivir sus ciclos de mes a mes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario